Wednesday, March 16, 2011

The Old Man of Acopalca (A Poetic Tale)(In English and Spanish)

20) The Old Man of Acopalca

(A Poetic Tale)

Low browed, and soft-spoken

His days now numbered

(at one time, he was a mountain man; and hunter. But time had taken the light from his eyes; now a rhyme maker of old age).

Im going to be a rich man!

was the mind of the young lad.

It was his plight in life (so he said).

Above all, these were wings within his mind.

I shall get no rewards for this

for telling the tale, now long forgotten,

of the old man and lad of Acopalca:

Ricardo, of the Nevados del Huaytapallana, built him a home in the village of Acopalca, now an old man of Peruvian stock. Happiness seemed to fill his golden years; his needs were few and his warm-heart longed to satisfy. He loved this tiny village, and survived on a small pension: all was well for the old man of eighty-three. For the most part, leisure and rhyming was his flowers and doves in life: the winds and seas at night. For he nev er fought with the sun or rain, it was always sweet to him.

Ah! Yesthis lad I mentioned beforeJulio, lived nearby in an old adobe house, built on the slopes of the Nevadosonce only, I should call him seeker, pressed to give a reason, he proclaimed to the old rhyme maker, I shall one day be the richest man in Peru! He shut his eyes and smiled. Yet, still the lad pressed the rhyme maker for his words of wisdom, Say what! He said, turning away his face. He broke the silence. Well, here this and the rhyme maker saidsuch words as these: Julio:

when this (wish) is in your hands, I shall be below these opal stones, that cover the pathways of the Nevados. But the real yarn is on you, for you will never know who your friends are, as they will try to spike you inside their tombs; for you and I, there is more to this than youve a notion of.

Julio frowned and smiled, and smiled and frownedbut still his heart was in the riches the world had to offer a man willing to take them, so he said to the old man (in a moan), So old are you!... (and hesitated to say another word, but said no more). Yes, said the old man, I am very oldvery old indeed, (then added): WellGod speed!

There was no stopping him, and so the old man waited ten-years for his return.

It was a cool morning in October, there was a knocking on the kitchen door, and Maria, who was nearby, by the pantry, took a step: threw back the catch, opening it.

How can I tell you what I saw? I sit mused. Slender she stood, most beautiful she was, and an inch smaller than the young lad she stood, who had a most handsome face indeed; dressed like a prince he was. Dark-eyed and skin colored like the Nevados. Come in; she said at last, and swung the door wider, and he kissed her on her rosy cheek.

Welcome, my fathers friend! she cried, her eyes filled up with Ricardos. Three times she told him, how her father had died, the rhyme maker, whose bones he thought would neve r rot. He died at ninety-two, roaming the Nevados.

Strangeness crept within the shadows of their bones, as if they had known each other a very long time, yet short it was. Said he, to Mary (sincere with rhyme):

With each turn in my life, early days and late nights, it was not as natural, as this moment is to me. She saw no innocence in is face, only sorrow and disgrace; dim uneasiness, unabridged irritation in his eyes, dark and feverish like black mosaic. She saw him in his hell; the one He knew quite wellfor it must be said: of the cities riches he possessed, he was now powerlessyet content; ah! who can be with so much, and at a lost like he?

She whispered: You came to tell the old man Look at me! he said you would. And here you stand; you flood the darkness with your pain. Then he hissed back: The rhyme maker never sleeps in his own house! And she answered, Poor he was, at 92, now in his tomb: but thee, you are poor at twenty-three.

There was a pathway to the Laguna, of Huaytapallana, and as she took his hand, they walked it, her saying, There is no more to fear, or need of a single tear, and they walked to the edgewhite-mountain over looking them. Thus,

Mourned the villagers who never saw them again; said they must have lost their way back in the descending mist of the mountains.

Note: #909; originally written on napkins at the Caf La Favorite in Lima, Peru, 11/2/2005. A Poetic Tale, of prose; I have walked this pathway to what is known in English as White Mountain, and in Spanish, as Huaytapallana, and once the fog descends over this valley, and covers the lake below, it is very easy to lose ones way back to the plateau, where the makeshift hotel and caf is. My brother-in-law got lost once in this area and his wife had to have a rescue team go in and find him.

Spanish Version

El Anciano de Acopalca (Un Cuento Potico)

De frente baja, y de voz dulce

Sus das ahora contados

(en cierta poca, l fue un hombre de montaa; y cazador. Pero el tiempo haba tomado la luz de sus ojos; ahora era un anciano autor de rimas).

Voy a ser un hombre rico!

estaba el la mente del chaval joven.

Esta era su situacin apremiante en la vida.

Encima de todo, estos eran alas dentro de su mente.

No conseguir ninguna recompensa por esto;

Por contar un cuento, ahora mucho tiempo olvidado

del anciano y chaval de Acopalca:

Ricardo, de los Nevados del Huaytapallana, construy una casa en el pueblo de Acopalca, ahora un anciano de reserva peruana. La felicidad pareci llenar sus aos de oro; sus necesidades eran pocas y su buen corazn ansiaba satisfacer. El amaba a su pequeo pueblo, y sobreviva con una pequea pensin: todo estaba bien para el anciano de ochenta y tres aos de edad. Principalmente, el entretenimiento y la rima eran sus flores y sus palomas en la vida: los vientos y mares de noche. Por que l nunca luch con el sol o la lluvia; estos siempre eran dulce para l.

Ah! Sieste chaval al que mencion antesJulio, viva cerca a una casa vieja de adobe, construida sobre las cuestas de los Nevadosslo una vez, debera llamarle el buscador, forz para dar una razn, l anunci al anciano autor de rimas, Un da ser el hombre ms rico en Per! l cerr sus ojos y sonri. Todava, an el chaval forz al autor de rimas por sus palabras de sabidura, Que diga qu! l dijo, dando vuelta su cara. l rompi el silencio. Bien, aqu esta y el autor de rimas dijotales palabras como stas:

Julio:

cuando este (deseo) est en tus manos, estar debajo de estas piedras de palo, que cubren los senderos de los Nevados. Pero le verdadero cuento est sobre ti, porque t nunca sabrs quines son tus amigos, pues que ellos tratarn de clavarte dentro de sus tumbas; para ti y yo, hay ms de esto que la nocin que t tienes

Julio frunci el ceo y sonri, y sonri y frunci el ceo. Pero sin embargo su corazn estaba en la riqueza que el mundo tiene que ofrecer a un hombre dispuesto a tomarlo, entonces l dijo al anciano (en un gemido), Eres tan viejo!... (y vacil para decir otra palabra, pero no dijo ms). S, dijo el anciano, Estoy muy viejomuy viejo por cierto, (despus aadi): Bien, Dios apresura!

No hubo nada que lo detuviera a l, por eso el anciano esper diez aos por su regreso.

Era una maana fresca en octubre, hubo un toque en la puerta de la cocina, y Mara que estaba cerca, jal el cerrojo y abri sta.

Cmo puedo decirte lo que vi? Me sent meditando. Delgada ella estuvo de pie, muy hermosa, ella era, una pulgada ms pequea que el chaval joven, quien tena una cara hermosa; vestido como un prncipe l estaba. De ojos negros y piel coloreada como el de los Nevados.

Entra; dijo ella por fin, y abri la puerta ms amplia, y l la bes en su mejilla sonrosada. Bienvenido, el amigo de mi padre! ella exclam, sus ojos se llenaron con los de Ricardo. Tres veces le dijo ella, cmo su padre hab a muerto, el anciano autor de rimas, cuyos huesos l pens nunca se pudriran. l muri a los noventa y dos aos, rondando por los Nevados.

Extraeza se movi lentamente dentro de las sombras de sus huesos, como si ellos se conocan el uno al otro por muy poco tiempo. Dijo l a Mara (sincero con rima):

Cada giro en mi vida, das tempranos y noches tardas, no era tan natural, como este momento lo es para m. Ella no vio inocencia en su cara, slo afliccin y desgracia; inquietud dbil, irritacin ntegra en sus ojos, oscuros y febriles como mosaico negro. Ella lo vio a l en su infierno... l saba que l conoca bastante bienporque esto debe ser dicho: la riqueza de las ciudades l posey, l era ahora impotentean contento; quien puede tener tanto, y estar perdido como l?

Ella susurr: Tu viniste para decirle al anciano mrame' l dijo que lo haras. Y aqu t ests de pie; e inundas la oscuridad con tu dolor. Entonces l contest: El autor de rimas nunca duerme en su propia casa! Y el la contest, Pobre l era, a los 92, ahora en su tumba: pero t, t eres pobre a los veintitrs.

Haba un sendero a la Laguna del Huaytapallana, y mientras ella lo tom de su mano, ellos anduvieron este, ella diciendo, No hay ms por temer, o necesidad de una sola lgrima, y ellos caminaron al bordede la montaa blanca mirando encima de ellos. As,

Los aldeanos quedaron afligidos porque nunca los vieron de nuevo; dijeron que perdieron su camino de vuelta en la niebla que desciende de las montaas.

Nota: # 909; escrito originalmente en servilletas en el caf La Favorita en Lima, Per, el 2 de noviembre del 2005. Un cuento potico, de prosa; he caminado este camino que en ingls es conocido como montaa blanca, y en espaol, como Huaytapallana, y una vez que la niebla desciende sobre este valle, y cubre el lago abajo, es muy fcil perderse en el camino de regreso a la meseta, donde est el hotel y el caf improvisado. Mi cuado se perdi una vez en esta rea y su esposa tuvo qu e contratar un equipo de rescate para buscarlo.

See Dennis' web site: http://dennissiluk.tripod.com


Author:: Dennis Siluk
Keywords:: Poetic Tale
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